miércoles, 26 de junio de 2013

MITOS Y REALIDADES DE LAS TRANSFUSIONES SANGUINEAS

MITOS Y REALIDADES DE LA TRANSFUSION SANGUINEA 

La sangre es vital para el sostenimiento de la vida. Muchas situaciones pueden hacer necesario que una persona reciba una o más transfusiones de productos sanguíneos, en ocasiones salvando su vida. 

Pero las transfusiones sanguíneas están rodeadas de muchos mitos e ideas falsas, por lo que trataremos de disipar algunos de éstas.


Para empezar, tenemos que mencionar que una persona adulta tiene en promedio entre 4 y 6 litros de sangre, la cual está compuesta por cuatro elementos principalmente: Los glóbulos rojos (que se encargan del transporte de oxígeno), los glóbulos blancos (células de defensa), las plaquetas (fragmentos de células que ayudan a la coagulación) y el plasma (el líquido en el que nadan todas las células sanguíneas, y que transporta otros nutrientes diluidos). 


Aunque habitualmente la gente se refiere a "transfundir sangre" como si fuera una sola cosa, la verdad es que desde hace muchos años es extraordinariamente inusual que se transfunda sangre con todos sus componentes ("sangre total"). Lo común es que se transfundan solo componentes específicos, por ejemplo, plasma, plaquetas o glóbulos rojos. 



Cuando una persona dona sangre de forma altruista habitualmente se le extraen entre 300 y 500 mL de sangre (entre 5% y 10% de su sangre total), por lo que hacerlo suele ser seguro para el donador. Habitualmente un donador debe tener más de 18 años (pero menos de 65), ser sano, con un peso corporal de 50 Kg. o mayor, las mujeres no deben estar embarazadas y que no hayan donado sangre en los últimos 3 meses. Hay algunas restricciones para donar sangre, pero habitualmente no pueden hacerlo los diabéticos, los hipertensos mal controlados, aquellos que tengan historia de situaciones que aumenten el riesgo de contraer enfermedades de transmisión sexual o que hayan usado drogas. 

Si una persona está enferma (por ejemplo, gripa, o diarrea) no podrá donar sino hasta 7-10 días después del cuadro infeccioso. Lo mismo aplica para personas tomando antibióticos, no por el medicamento, sino por la infección que motivó que los tomaran. 

La sangre se clasifica en cuatro grupos sanguíneos principales (porque hay muchos tipos secundarios) y se clasifican también de acuerdo con el factor Rhogam (Rh). Nuestro tipo de sangre es determinado genéticamente. Cada uno de nuestros padres nos trasmite información genética que hace que nuestra sangre sea de un tipo específico, de acuerdo con sus grupos sanguíneos. 


Dicho de forma simple, los glóbulos rojos tienen en su superficie sustancias ("antígenos") de acuerdo con nuestro grupo sanguíneo. Los que tienen sangre tipo A, tienen antígenos A; los que tienen sangre tipo B, tienen antígenos B; los de sangre AB tienen ambos antígenos, y los que son de sangre O no tienen ninguno de estos antígenos. Igualmente el Rhogam (Rh) es la presencia o ausencia de este antígeno. 

Debido a esto, a la presencia o ausencia de estos antígenos, nosotros podemos donar o recibir sangre solo de tipos y grupos específicos. 

Es importante mencionar que las donaciones sanguíneas y los productos hemáticos que se obtienen de ellas tienen una duración ("caducidad") determinada, que va de solo SIETE días para el caso de las plaquetas, y hasta 42 días como máximo en el caso de los paquetes globulares (glóbulos rojos), por lo que es esencial desarrollar y mantener una cultura de donación sanguínea.

No existe un reemplazo aún para la sangre. No hay productos no-derivados de la sangre que tengan capacidad de transporte de oxígeno al nivel de los glóbulos rojos. La sangre es vital para mantener la vida, aún en estos tiempos "modernos". 

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